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La leyenda de ODD: 1 año en la memoria del fútbol

Imagen: @elClubOlimpia.

Imagen: @elClubOlimpia.

Un 2 de febrero como hoy, hace 1 año, como si el reloj decidiera ir en su contra, el fútbol perdió a Osvaldo Domínguez Dibb. A los 83 años, y tras haber dado toda su vida a un club, a un país, y a un sueño que nunca terminó, Osvaldo se fue. O eso creímos. Porque cuando alguien es tan grande, en lugar de marcharse, lo que hace es quedar dentro de cada hincha. 15 títulos nacionales y ocho internacionales con Olimpia.

Es curioso cómo la muerte puede hacer que todo se parezca a una novela triste. Pero si algo sabía Osvaldo es que no hay espacio para la tristeza cuando se vive una vida llena de glorias y victorias. El hombre que fundó un Olimpia invencible, que construyó una historia imposible de contar sin pensar en él, se convirtió también en parte de la historia misma. No es que el fútbol paraguayo existiera antes de él, pero sí es cierto que, si lo pensamos sin el gran Osvaldo, algo en el relato no encajaría.

El último adiós que recibió fue multitudinario. Durante los días del velatorio público, el pueblo manifestó sus condolencias a la familia. Asistieron hinchas –no sólo olimpistas– de toda clase social, niños y adultos mayores. Muchos de ellos no pudieron contener la emoción y dejaron escapar algunas lágrimas. Así como ocurrió con los familiares y cercanos que presenciaron el homenaje de la barra organizada.

La leyenda de Osvaldo no comenzó en las canchas. Comenzó como aguatero en Olimpia. Su primer truco fue el más sencillo y el más genial: ahorrar para las naranjas, colándose entre los jugadores. Esos primeros atajos fueron los mismos que lo llevaron al mando de un club que, bajo su presidencia, se convirtió en gigante.

1 año ya sin él, pero sus huellas están por todos lados. Y no sólo por los títulos, sino por algo más grande. Ese algo que, en la medida que los años pasen, se va a ir haciendo más evidente. El Olimpia de ODD no era sólo un club. Era la continuación de su esencia. Cada hincha que gritó un gol de su Olimpia, cada director técnico que se sentó en esa banca llena de historia, cada exjugador que le rindió homenaje, fueron también parte de ese sueño que Osvaldo soñó para todos los olimpistas.

Hoy, 1 año después, la noticia no es que Osvaldo Domínguez se fue. La noticia es que, aun en su ausencia, su legado no puede desaparecer. Porque cuando alguien construye lo que él construyó, el tiempo nunca es suficiente para callarlo.

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