Connect with us

Cultura

Luis Felipe Noé: “Asumir el caos. En la vida y en el arte”

Se presentará en los próximos días el esperado libro de Luis Felipe Noé, “Asumir el caos. En la vida y en el arte”. La publicación, prologada por escritora Lorena Alfonso, constituye un legado intelectual, ético y estético del consagrado artista argentino, que expone su pensamiento sobre “el caos”, no-concepto sobre el cual Noé reflexiona desde hace más de seis décadas. Aquí ofrecemos, en adelanto exclusivo, un fragmento del primer capítulo.

Luis Felipe Noé © Lorena Alfonso

Luis Felipe Noé © Lorena Alfonso

Cóncavo y convexo

¿El caos es algo que ocurre más allá de nosotros mismos, aunque nos involucre? ¿Del caos solo somos pasivos dependientes como cuando sucede un fenómeno natural, sea un terremoto o una inundación? Es cierto que el caos acontece sobre nosotros a la manera de una tormenta natural o política (una guerra, por ejemplo) pero también siempre –si el ser humano está presente– acontecemos dentro de él como un devenir histórico. El caos “es” lo que permanentemente está cambiando –y de allí su “eternidad”– y nosotros “estamos allí”; no nos acontece circunstancialmente porque somos parte integrante de él. El caos como devenir histórico no sucede solo de manera ocasional, sino de forma permanente. El pasado es nuestro presente y el presente, de manera cada vez más acelerada, nuestro pasado. Es la exigencia de una civilización centrada en el futuro. Ya sea de forma activa o pasiva, como causantes o como víctimas, siempre seremos protagonistas de ese caos, el cual al ser en sí mismo el fluir de la vida en sociedad está constituido por todos los acontecimientos en danza con acercamientos y alejamientos. Tanto la guerra como el amor aparecen, de manera constante, en esta estructura en permanente cambio. Ese es su presente: su insólito devenir.

La sociedad organizada es, también, una constante pretensión en el juego caótico en el que estamos inmersos. Un acontecer circunstancial, aunque dure siglos. Verbigracia, Roma. Por la misma causa que lo convexo es también cóncavo (depende desde donde se lo contemple), todo orden es implícitamente desorden. Y el caos no es ninguno de ellos. En particular, los involucra en estado de alternativa permanente.

La pluralidad que constituimos se refleja en todas nuestras contradicciones, tanto en el campo colectivo como en la propia individualidad. Hay quienes creen –la mayoría– que gracias a un orden que hicieron suyo (generalmente religioso o ideológico) están a salvo de esas contradicciones, sin observar que el orden en el que creen es una parte del conjunto social que, tarde o temprano, se manifestará en estado de beligerancia (como hasta ahora ha acontecido históricamente) por pretender hacer el mundo a su medida. Por ejemplo, las guerras religiosas están entre las más crueles, ya que para las partes en conflicto sus enemigos son enemigos también de Dios, quien en la mayoría de los credos ordena “No matarás”.

©Gaspar Noe

Luis Felipe Noé © Gaspar Noé

“La mayoría de los humanos se reparten entre el caos y la defensa contra el caos. Casi todos estamos partidos en dos. De un lado la demencia, del otro lado el código”, afirma Pascal Quignard en Los desarzonados y continúa diciendo: “Rabbi Loew es mucho más radical. Porque la ruta que permite atravesar la vida humana es el filo de una navaja. De un lado, el infierno; del otro, el infierno” [1]. Sería apropiado tomar conciencia que de un lado se encuentra el caos y del otro también (no el infierno) porque estamos inmersos en él. Es la condición de la vida. Podemos, a la vez, encontrar de manera imprevisible la felicidad y también situaciones infernales. Aunque comúnmente se suele asociar caos a nuestros temores, no todo es tan terrible.

Lo que no podemos afirmar es que de un lado está el caos y del otro el orden. La lucha se establece entre todos los pretendidos órdenes que quieren imponerse entre sí (en estado de guerra o en aparente paz). El fascismo, el nazismo, el comunismo y el capitalismo, como también las distintas religiones, han querido, y continúan, en ese propósito, imponer sus conceptos de orden absolutos, como hoy el neoliberalismo. Hemos visto y seguimos siendo testigos del caos en sus más terribles aspectos; inclusive del exterminio de los otros seres humanos. Hitler llegó al poder como necesario “hombre fuerte” para luchar contra el “caos del bolchevismo”, gestando las situaciones más “caóticas” (en el sentido vulgar de este término) vividas en el siglo XX, periodo de por sí muy rico en ellas. Entre los ejemplos actuales podemos encontrar el llamado Estado Islámico, la falta de solidaridad con los refugiados de gran parte de los pueblos europeos obsesionados por defender sus órdenes de vida y también el desconcertante Covid-19, que es la primera socialización global: una peste.

Portada de "Asumir el caos", de Luis Felipe Noé. Cortesía

Portada de Asumir el caos. En la vida y en el arte, de Luis Felipe Noé. Editorial El cuenco de plata. Cortesía

En toda pretensión de orden está implícito el caos; por la simple razón que ese orden es una anécdota del caos que nos es constituyente. Por tal motivo, creo que el principal error es hablar de orden versus caos. El llamado orden es una forma parcial de entenderse con el caos que circunstancialmente nos rodea, o sea de desentenderse con la totalidad caótica que nos es constituyente.

Así, aprovechando la sabia diferencia entre ser y estar que hace el idioma castellano, podemos decir que al caos le corresponde el verbo ser, en todas sus conjugaciones.

El caos va siendo. Al orden y al desorden le corresponden, en cambio, el verbo estar. Ambos son conceptos estáticos: algo está en orden o en desorden. El caos, por el contrario, es un no-concepto porque se funde con el tiempo. Es la vida misma más allá de las vidas particulares.

Quiero aclarar que el ejemplo al que aludí antes respecto de que lo cóncavo es simultáneamente convexo, no hay que confundirlo con la idea de que todo concepto tiene su opuesto. Si toda moneda tiene cara y ceca, ambos términos no son una consecuencia del otro, en cambio, lo convexo sí lo es de lo cóncavo. Lo cóncavo y lo convexo están unidos por un plano que ha dejado de serlo (concavándose de un lado para convexsarse del otro) para dar lugar a que acontezcan en simultáneo. Por el contrario, orden y desorden están involucrados por el devenir temporal. En lo cóncavo reside el caos y en lo convexo el poder de enunciarnos nosotros mismos a pesar de él. Orden y desorden son estados opuestos en términos estáticos, pero el caos involucra a ambos en un proceso dinámico: se generan y se destruyen mutuamente.

 

Nota

[1] Pascal Quignard, Los desarzonados. Último reino VII, Buenos Aires, El cuenco de plata, 2013, p. 16.

 

Nota de edición

Luis Felipe Noé. Asumir el caos. En el arte y en la vida, Buenos Aires, El cuenco de plata /Fundación Luis Felipe Noé, 2024. El libro será presentado el próximo jueves 27 de marzo en el Museo Moderno de Buenos Aires (San Juan 350, CABA), con entrada libre. La presentación estará a cargo de Lorena Alfonso, escritora, crítica cultural y responsable editorial de la Fundación Luis Felipe Noé; Fernando García, escritor, periodista especializado en arte y responsable de los programas públicos del Museo Moderno y Demián Paredes, escritor, traductor y autor de la contratapa del libro.

Según señala la Fundación, “Luis Felipe Noé (Buenos Aires, 1933) escribió este libro durante más de cuatro años y medio, y lo hizo de un modo manual y analógico. Escribió a mano, en cuadernos y papeles sueltos. Lorena Alfonso fue quien transcribió al formato digital esas páginas que, luego de ser impresas, eran corregidas a pulso por el artista. Se transformó así en un trabajo colaborativo de largo aliento. Durante mucho tiempo, Noé y Alfonso trabajaron obsesivamente sobre cada capítulo, cada cita, cada línea, hasta dar con la precisión buscada”.

Click para comentar

Dejá tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

Los más leídos

error: Content is protected !!