Cuatro notas sobre los destiempos de Bernardo Krasniansky

POR Ticio Escobar *

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A mediados de los ’60, irrumpieron en Asunción movimientos innovadores y vanguardísticos que sacudieron el pausado andar de sus artes visuales. Las propuestas de Bernardo Krasniansky y Ricardo Migliorisi fueron las que de manera más radical expresaron el espíritu desenfado, imaginativo y libre de ese tiempo contradictorio.  Las mismas no solo señalaron la posibilidad de transgredir el curso de una historia acosada por posiciones demasiado conservadoras, sino que actuaron como anticipadoras de contemporaneidad y reserva nutricional de la obra de ambos artistas. La obra de Krasniansky, que asumió enseguida el rigor de las soluciones formales y los planteamientos conceptuales propios de toda su producción siguiente, mantuvo siempre la memoria latente de aquel gesto transgresor alimentado de desvarío, erotismo y humor.

Obra de Bernardo Krasniansky. Cortesía

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El carácter conceptual de toda la obra de Krasniansky, la distancia que le permite reflexionar sobre la misma imagen que utiliza, se genera en el temperamento irónico que empleó durante sus primeras etapas. A partir de ese impulso, toda su obra posterior se desarrolla mediante una innumerable diversidad de recursos formales y expresivos. Pero, por debajo de esa diversidad, es detectable una plataforma conceptual y una sensibilidad común que definen el potente carácter de su obra.

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Krasniansky parte, una y otra vez, de realidades mediadas por imágenes; es decir, sus referencias no son cosas ni personas, sino representaciones; esta mediación le permite reflexionar acerca del estatuto mismo de las imágenes de las que parte. Y, consecuentemente, le lleva a analizar los límites de la representación. El artista plantea la paradoja de la semejanza enfrentando la presencia real del objeto con su semblanza imaginaria. Al encubrir los privilegios del original, la figuración deviene un expediente discutible, abierto no solo a representar lo que aparece, sino a sugerir su otro lado, su detrás o su después. A través de muy distintas técnicas y procedimientos, las geometrías de Krasninasky también permiten atisbar el armazón de la escena. Y, entonces, el esquema deviene imagen, adquiere colores propios, levanta sus figuras, en el límite de la representación y más allá de la asepsia de la abstracción. Y, así, ingresan en la escena de la representación hasta llevar a esta fuera de su propio espacio y espiar lo que aguarda más allá de los signos.

Obra de Bernardo Krasniansky. Cortesía

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La pródiga obra de Krasniansky disloca los tiempos que condicionan su producción, marcada por conceptos, imágenes, materiales y procedimientos desiguales. Para ensamblar momentáneamente esas disparidades, el montaje le permite concentrar ante la mirada el fárrago de heterogéneos componentes visuales, técnicos y conceptuales. Las formas del arte consisten en disposiciones construidas de modo provisional para hacer comparecer ante la mirada los hechos y las cosas que ocurren fuera. Resplandecen en ese trance los elementos disímiles; relampaguean por un instante el sentido esquivo y la unidad inventada. Momentáneamente, esos momentos diferentes se articulan y se detienen para fraguar la forma y deshacerse, luego anhelando nuevas configuraciones. Las formas de Krasniansky atienden siempre el resplandor de la belleza, pero no quedan atrapadas en la pura apariencia estética; desarman lo representado y lo recomponen en nuevos montajes, incompletos siempre, dispuestos a recordar lo pasado y expresar su presente y, simultáneamente, a discutir ambos en vistas a nuevas posibilidades de imaginar lo posible por venir.

Nota de edición: El presente texto acompaña la muestra “Memoria incompleta” de Bernardo Krasniansky,  inaugurada en Fábrica Galería de Arte (Sargento Martínez 271 entre Telmo Aquino y Abente Haedo).

* Ticio Escobar es crítico de arte, curador, docente y gestor cultural. Fue presidente de la sección paraguaya de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA Paraguay), director de Cultura de la Municipalidad de Asunción y ministro de la Secretaría Nacional de Cultura. Es director del Centro de Artes Visuales/Museo del Barro.