Cultura
“Horizontes”: El espacio como lenguaje
EDICIÓN ESPECIAL PINTA SUD ASU. Las obras de Max Gómez Canle, Rodrigo Spelt, Leila Buffa, Gabriela Mercado y Laura Mandelik –expuestas en Fuga Villa Morra– modulan percepciones encarnadas del espacio, desarrollan una reflexión poética acerca de procesos de singularización del mismo y operan mediante torsiones poéticas visuales, gestos de (des)(re)territorialización que abarcan el cielo nocturno, el paisaje clásico intervenido, o el ámbito doméstico abierto a la ambigüedad onírica.
Gabriela Mercado y Laura Mandelik. “Sos libre de irte (si podés)”. De la serie “Rastros humanos”. Modelado digital 3D impreso en papel Epson Enhanced Matte, 54 x 88 cm. Cortesía
Todo horizonte implica un límite: en términos de un espectro abarcable por el campo de visión, en términos de una distancia susceptible de ser franqueada, o en función de categorías separadas materialmente entre sí y unidas por actos de sentido o imaginativos. Así se habilita la cualidad de horizonte entre el cielo y la tierra o el agua distantes, contempladas por el ojo del observador; así es situado el deseo, objeto y movilizador de milenarias migraciones; y así también las nociones de espacio que se tensan y renuevan frente a cada lenguaje inventado.
Las poéticas del espacio han generado campos de inscripción en todos los registros: y el de las artes visuales no ha sido ajeno a la exploración de la naturaleza comunicativa del espacio, incluso en la siempre truncada comunicación poética, incapaz de transmitir mensajes, pero siempre prolífica para la articulación de sentidos.
El paisaje pictórico es acaso el género que de forma más sostenida ha desarrollado códigos para la configuración de una visión espacial desde las artes y que, a su vez, ha contribuido con un léxico y una categoría para la percepción de dicho espacio: el paisaje, pues, nace primero en la pintura, y pasa luego a describir nociones de espacio aplicadas al referente de aquella: los espacios físicos y concretos.
En el centro significativo de todo paisaje radica una mirada. La mirada paisajística está diseñada como dispositivo de distancia: a veces a ras de suelo, a veces desde una posición elevada, con una pretensión abarcadora que es el núcleo ideológico del pensamiento paisajístico: el acto colonizador, puesto que todo lo que se abarca con la mirada es susceptible de dominio. La mirada paisajística intuye percepciones y usos de la tierra, que será apropiada por medio de técnicas y prácticas.
Pero, ya el pensamiento crítico moderno y las subsecuentes derivas filosóficas centradas en la reflexión sobre las prácticas de espacio y su percepción fenomenológica habían puesto en crisis el bucólico e idílico lenguaje paisajístico; habían introducido en su interpretación contraseñas que permitieran una recodificación del paisaje y, al mismo tiempo, habían habilitado la representación y la reflexión en imágenes de otras configuraciones espaciales.
Las obras reunidas en esta muestra modulan percepciones encarnadas del espacio, desarrollan una reflexión poética acerca de procesos de singularización del mismo y operan mediante torsiones poéticas visuales, gestos de (des)(re)territorialización que abarcan el cielo nocturno, el paisaje clásico intervenido, o el ámbito doméstico abierto a la ambigüedad onírica.
En sus óleos sobre adoquín, Max Gómez Canle revisita rasgos del paisajismo clásico —marcado por figuraciones orgánicas—. Estos paisajes acotados al soporte del adoquín son intervenidos con la irrupción de geometrías rarefactas que generan un contraste radical. Cierto carácter alienígena reviste las geometrías de Gómez Canle y que, en ocasiones, remite a la abstracción geométrica del arte indígena; en cuyo caso también invocarían una diferencia radical. La oposición entre orgánico y geométrico caracteriza cierto pensamiento del espacio que estratifica zonas según sean más receptivas para la presencia y el tránsito de lo que está vivo: ciertas categorizaciones establecerían que el espacio antropológico es más amigable, en tanto el espacio geométrico sería hostil para la presencia humana. Pero en la oposición entre paisaje natural y paisaje urbano, la geometría es claramente urbana civilizatoria. Y se subraya la paradoja de que los adoquines son, a su vez, pura geometría que sostiene el peso del tránsito humano.
Gabriela Mercado y Laura Mandelik exploran las potencialidades del modelado digital 3D a partir de una noción de residuo. Ya sea ante eventos cataclismáticos o frente a procesos de degradación subjetiva, la alienación podría ser concebida como un proceso de deshumanización. En su obra, Mercado y Mandelik construyen escenas ambivalentes y oníricas en las que indagan en resonancias vestigiales de lo humano: qué es lo que resta de humano, cuando el proceso de deterioro ha introducido sus filos en la existencia.
Por su parte, en su propia instancia colaborativa, Laura Mandelik y Leila Buffa desarrollan recortes y modelos escalados de elementos arquitectónicos domésticos. Recompuestos a modo de collage escultórico, las piezas describen con exceso el sentido de la desterritorialización. No obstante, cierto sentido de puzzle que orbita el gesto de las artistas intercepta esta noción con la idea de una irreverencia espacial que deviene lúdica y expresiva.
Finalmente, Rodrigo Spelt presenta lienzos de ao po’i bordados, teñidos y decolorados, que se presentan como objetos reflexivos. El motivo de las piezas del artista es el cielo nocturno, que opera como espacio para un diálogo entre los actos de contemplación que caracterizan la lírica y la música nocturna —algunas de las piezas del artista constituyen originales formas de notación musical— junto con la práctica tradicional del bordado en ao po’i que, a su vez, constituye un ejercicio contemplativo, indicado, por ejemplo, en los nombres de astros que llevan algunos patrones. Los distintos motivos que recoge el autor articulan preocupaciones en torno a luchas sociales o biografías melancólicas.
Esta exposición cataliza algunas preocupaciones en torno a dinámicas espaciales que intensifican la idea de que el espacio en sí es un lenguaje susceptible de generar zonas de contacto entre distintos registros, elementos compositivos y memorias materiales. La subjetivación del espacio siempre implica cierta dimensión poética que tensa la percepción a la hora de configurar topologías con o sin sujetos.
Nota de edición
La muestra Horizontes fue inaugurada como parte del programa del art week Pinta Sud Asu en la galería Fuga Villa Morra (Alfredo Seiferheld 5144 y Charles De Gaulle). Estará habilitada hasta el 30 de septiembre.
* Damián Cabrera es escritor, investigador, docente, gestor cultural y curador. Su trabajo se desarrolla en las áreas de lengua, literatura, fronteras, arte, política y cultura. Es miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte Capítulo Paraguay, y de los colectivos Ediciones de la Ura y Red de Conceptualismos del Sur.
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