Cultura
Paraguay ante el espejo roto
No hay peor ciego que el que no quiere ver, dice el popular refrán, y nada mejor que romper todo espejo para evitar vernos reflejados en él. La imagen del espejo ha sido utilizada y analizada ampliamente desde diferentes ángulos; la literatura, la filosofía y el psicoanálisis han derramado ríos de tinta sobre el particular.
Lo nuestro es más simple. Queremos llamar la atención sobre la terquedad de seguir invisibilizando la presencia afro en la identidad paraguaya. La cantinela de que “en el Paraguay no hay negros” se sigue repitiendo y esta vez desde instancias gubernamentales como el Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
Esta semana hemos confirmado que la pregunta por el auto reconocimiento afro no va a estar en la boleta del censo que se desarrollará, si todos los astros se alinean, este año.
La sorpresa es aún mayor porque hasta hace tres meses estábamos trabajando en una mesa donde estaban presentes las comunidades afrodescendientes, la Secretaría Nacional de Cultura y miembros de la sociedad civil y de la academia, juntamente con autoridades del INE, para decidir cuál sería la mejor estrategia para consultar a la población sobre este tema. Se tenía como base la pregunta 43 realizada en el censo de 2012, que decía: “De acuerdo a sus rasgos físicos, cultura o tradiciones, ¿alguna persona de este hogar se considera afrodescendiente o kamba?”
En la mesa de consulta, entonces, se discutía si existían otras maneras, otras expresiones utilizadas por la población afrodescendiente para describirse a sí misma. Es más, se realizaron experiencias piloto para ir testeándolas. Por ejemplo, nos dimos cuenta de que la expresión afroparaguayo tenía sus riesgos porque la población se quedaba con la última parte de la palabra, paraguayo, y respondía afirmativamente sin reparar en lo de afro. Fuimos así limando la pregunta censal hasta llegar a un acuerdo general.
Pero ocurrieron cosas… Hubo desprolijidades y desentendimientos en la puesta en práctica del censo: presupuesto no incluido en el presupuesto nacional, censistas sin la preparación adecuada, lo que desembocó en una limpieza al interior del INE, y todo esto llevó a acortar la boleta censal, dejar de lado más de una docena de preguntas, entre ellas la referida a la población afrodescendiente.
Hasta hace tres meses estábamos buscando con los representantes del INE la formulación precisa para la pregunta; luego, de la noche a la mañana y de forma inconsulta, las mismas autoridades del INE la borraron de un plumazo. Estas reconocen la situación y hasta pidieron disculpas, haciendo carne el famoso adagio de que es mejor pedir perdón que permiso.
Ante la prensa esgrimieron otras razones. El director del INE, Iván Ojeda, manifestó a un diario local que “en este tiempo hubo preguntas que no cayeron bien a la ciudadanía que no es parte de la población afro, incluso hubo rechazo y nos cerraron varias puertas”. No tenemos fuentes para desmentir al director, pero sí sabemos que nunca ocurrió algo similar en las pruebas piloto que se desarrollaron y donde se estuvo presente.
Igualmente, en esta respuesta se puede ver todo el peso de una discriminación histórica. Precisamente, si lo que cuenta Ojeda fuera cierto, es razón doble para no omitir la pregunta. Porque la pregunta en un censo nacional no sirve solamente para tener un resultado cuantitativo de cuántas personas se reconocen como afrodescendientes en el Paraguay, sirve también para instalar en nuestra sociedad la toma de conciencia sobre nuestra conformación histórica.
Me permito dudar de lo dicho por el director. Me cuesta imaginar que alguien vaya a cerrarle la puerta en la cara al censista porque le consulte si alguien se reconoce como afro, o como indígena, o como extranjero, o con alguna discapacidad. Pareciera más bien que no tuvieron la capacidad real de formar a quienes se encargarán del censo, más allá de las preguntas tradicionales.
Esto se ve con claridad cuando Ojeda manifiesta que “no podemos estar más de 40 minutos entrevistando a una persona promedio porque si es muy extensa se cansa y cancela la entrevista. No es cierto que se margine a nadie y todos serán incluidos en el Censo 2022″.
Ciertamente, todos seremos incluidos, negando las diferencias. Todos estaremos incluidos entre los siete millones de personas, sabremos cuántos somos, pero no quiénes somos.
Lo que más llama la atención es que esta invisibilización y discriminación ocurra en medio del desarrollo del Decenio de la población afrodescendiente declarado por las Naciones Unidas y un mes después de haberse aprobado la Ley 6940 que reconoce a la población afrodescendiente del Paraguay. Se la reconoce en la Ley, se la borra del censo.
En otros países
Pareciera que en Paraguay la población, los censistas y el Instituto Nacional de Estadística tienen una sensibilidad diferente al resto de los países de la región.
En el censo que se acaba de llevar a cabo en Argentina se incluyó la siguiente pregunta: “¿Se reconoce afrodescendiente o tiene antepasados negros o africanos?”. No se ha escuchado a ningún censista haberse quejado que le hayan cerrado la puerta en la cara.
En Uruguay, que tienen una tradición más asentada, van más allá. En el capítulo “Ascendencia étnico-racial” preguntan: “¿Cree tener ascendencia…” y las opciones son: “afro o negra? asiática o amarilla? blanca? indígena? otra?” (sic). Lo interesante de este cuestionario es que se puede elegir más de una; puedo tener ascendencia afro, indígena y blanca, o cualquier combinación. Es por eso por lo que añaden una pregunta más: “¿Cuál considera la principal?”. La formulación uruguaya es la más amplia y nos permite reconocernos en nuestras múltiples ascendencias.
Sin embargo, en Paraguay, a pesar de haberla formulado sin ningún inconveniente conocido en el censo del 2012, diez años más tarde estamos peor; ya no se puede hacer porque nos cierran la puerta en la cara, según el director del INE.
Recuperando la historia
¿Pero hubo negros en Paraguay? Esa parece ser “la pregunta del millón”. Y la respuesta es simple: sí, los hubo, muchos y desde el mismo inicio de la conquista.
Hace más de cincuenta años que tenemos entre nosotros el libro pionero sobre esta temática, Hermano negro, de Josefina Pla, y después vinieron más investigadores a aportar más estudios y más análisis (Alfredo Boccia Romañach, Ana María Argüello, Jerry Cooney, entre muchos otros). Pero nos cuesta como sociedad, pareciera, asumir la existencia de esta población afro. Si en Uruguay, Argentina, Chile, Perú y Bolivia hubo afrodescendientes, no se entiende por qué en Paraguay no los habría.
Los censos nos lo dejan más que claro. Hasta la abolición de la esclavitud en 1870, la presencia afrodescendiente rondaba el 11 % de la población y el 4 % era población esclavizada. Datos muy similares a lo que ocurría en el resto de la región mencionada. Y, como en todos lados, había lugares donde la población afro se concentraba más. Para fines del siglo XVIII, el 50 % de la población asuncena era afrodescendiente. Es lógico que esto ocurriera porque todos los conventos (franciscanos, dominicos, mercedarios y previamente los jesuitas) tenían una ranchería para los afrodescendientes. De hecho, en la actual plaza Uruguaya se encontraba la ranchería del convento franciscano.
No solo Asunción, otros lugares como Paraguarí, Tavapy (hoy San Roque González) y, por supuesto, Emboscada, tenían una alta concentración de población afrodescendiente. Las dos primeras localidades porque eran, o habían sido, estancias de congregaciones religiosas: Paraguarí de los jesuitas y Tavapy de los dominicos. Pasa lo mismo con Areguá, que pertenecía a los mercedarios y tenía una población de más de 500 personas afrodescendientes, según el estudio de Margarita Durán.
Emboscada se creó en 1741 al estilo de los Pueblos de Indios, exclusivamente con población afrodescendiente libre. El gobierno colonial necesitaba tener un antemural ante los embates de la población mbayá y fundó el pueblo, cuyo nombre nos indica la función que tenía. Como no se conseguía población que quisiera ir, el gobernador Rafael de la Moneda resolvió eximir del tributo que cada afrodescendiente tenía que pagar (el famoso marco de plata) a cambio de mudarse a Emboscada. Así se conformó esta población y por eso la presencia afro allí hasta el día de hoy. Podemos seguir enumerando, pero ya alcanza para tomar conciencia de la presencia constante de la población afrodescendiente en la historia del Paraguay.
Ante la inevitable pregunta de “¿dónde están?”, la respuesta es también sencilla: están ahí, en Kamba Kua, en Kamba Kokue, en Emboscada, en Concepción y en tantos lugares que justamente el censo nos hubiese permitido conocer. Pero también, y complementa la respuesta, están dentro nuestro.
Porque, precisamente, siguiendo la sugerencia de Iván Ojeda, hasta hace relativamente poco, cincuenta años quizá, la población afrodescendiente, queriendo evitar ser discriminada, se fue invisibilizando entre el resto de la sociedad. Pero los tambores y la danza de Kamba Kua, de la mano de don Medina, dijeron basta. Nos lanzaron a la cara un “acá estamos, y orgullos de quienes fuimos y de quienes somos”.
Para concluir
Nos queda como sociedad asumir nuestra identidad transida por diferentes componentes, o quizá, nuestras múltiples identidades, reconociendo que en la multiplicidad está la riqueza.
Si hay algo que nos queda claro tras esta invisibilización por parte del Instituto Nacional de Estadística es que una boleta censal no es neutral, es eminentemente política e ideológica. Y parafraseando al poeta, no nos cansaremos de repetir que podrán romper todos los espejos, pero no podrán negar la realidad.
* Ignacio Telesca es historiador, miembro de la Academia Paraguaya de la Historia y del Comité Paraguayo de Ciencias Históricas (CPCH).
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Derechos humanos: cuestión de conciencia
SILVIO TOMAS SOSA ALARCON
28 de septiembre de 2022 at 04:52
Es importante mencionar que las Poblaciones o grupo de personas en Paraguay se auto excluyen, si bien en los Archivos del Archivo Nacional de Asuncion existe una larga lista de Pardos (Mezcla de Indigenas y Afrodescendientes) que pasaron a formar parte del Ejercito en especial en Ytapua para la defensa de la Independencia, estan sus apellidos, los rasgos, ademas luego de la Expulsion de los Jesuitas, estaban en Asuncion 2.500 Afro descendientes (Dice el Libro los Jesuitas se retiran con sus esclavos (Expresion hoy no utilizada). Solo los Afro descendietes de Camba Cua se consideran tales, es una realidad la negacion y la no inclusion en el censo Nacional habria que evaluar y no lesionar derechos.