Cultura
Seis poemas de Cristina Peri Rossi
Extraídos de “Condición de mujer” (Arquitrave, 2005). Aquí la voz poética de quien acaba de ganar el Premio Cervantes 2021, el más prestigioso galardón de las letras hispanas.
Cristina Peri Rossi. Archivo
Palabra
Leyendo el diccionario
he encontrado una palabra nueva:
con gusto, con sarcasmo la pronuncio;
la palpo, la apalabro, la manto, la calco, la pulso,
la digo, la encierro, la lamo,
la toco con la yema de los dedos,
le tomo el peso, la mojo, la entibio entre las manos, la acaricio, le cuento cosas, la cerco, la acorralo,
le clavo un alfiler, la lleno de espuma,
después, como a una puta,
la echo de casa.
Escoración
Herida que queda, luego del amor, al costado del cuerpo.
Tajo profundo, lleno de peces y bocas rojas,
donde la sal duele y arde el iodo,
que corre todo a lo largo del buque,
que deja pasar la espuma,
que tiene un ojo triste en el centro.
En la actividad de navegar,
como en el ejercicio del amor,
ningún marino, ningún capitán,
ningún armador, ningún amante,
han podido evitar esta suerte de heridas,
escoraciones profundas, que tienen el largo del cuerpo
y la profundidad del mar,
cuya cicatriz no desaparece nunca,
y llevamos como estigmas de pasadas navegaciones,
de otras travesías. Por el número de escoraciones
del buque, conocemos la cantidad de sus viajes;
por las escoraciones de nuestra piel,
cuántas veces hemos amado.
Proyectos
Podríamos hacer un niño
y llevarlo al zoo los domingos.
Podríamos esperarlo
a la salida del colegio.
Él iría descubriendo
en la procesión de nubes
toda la prehistoria.
Podríamos cumplir con él los años.
Pero no me gustaría que al llegar a la pubertad
un fascista de mierda le pegara un tiro.
No quisiera que lloviera te lo juro
que lloviera en esta ciudad sin ti
y escuchar los ruidos del agua
al bajar
y pensar que allí donde estás viviendo sin mí
llueve sobre la misma ciudad.
Quizás tengas el cabello mojado
el teléfono a mano
que no usas
para llamarme
para decirme
esta noche te amo
me inundan los recuerdos de ti discúlpame,
la literatura me mató
pero te le parecías tanto.
Navegación
En las mansas corrientes de tus manos y en tus manos
que son tormenta
en la nave divagante de tus ojos
que tienen rumbo seguro
en la redondez de tu vientre
como una esfera perpetuamente inacabada
en la morosidad de tus palabras
veloces como fieras fugitivas
en la suavidad de tu piel
ardiendo en ciudades incendiadas
en el lunar único de tu brazo
anclé la nave.
Navegaríamos,
si el tiempo hubiera sido favorable.
El bautismo
Yo te bautizo Babel entre todas las mujeres Babel entre todas las ciudades
Babel de la diversidad
ambigua como los sexos
nostálgica del paraíso perdido –útero materno–
centro del mundo
cordón umbilical.
“Poeta –grita Babel– soy la ciega de las lenguas
la Casandra en la noche oscura de los significantes”.
Condición de mujer
Soy la advenediza
la que llegó al banquete
cuando los invitados comían los postres.
Se preguntaron
quién osaba interrumpirlos
de dónde era
cómo me atrevía a emplear su lengua.
Si era hombre o mujer
qué atributos poseía
se preguntaron por mi estirpe.
“Vengo de un pasado ignoto –dije– de un futuro lejano todavía
pero en mis profecías hay verdad elocuencia en mis palabras.
¿Iba a ser la elocuencia
atributo de los hombres?
Hablo la lengua de los conquistadores,
es verdad,
aunque digo lo opuesto de lo que ellos dicen”.
Soy la advenediza
la perturbadora
la desordenadora de los sexos la transgresora.
Hablo la lengua de los conquistadores
pero digo lo opuesto de lo que ellos dicen.
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