Cultura
“El jefe estaba muy orgulloso de su antigua iglesia…”
En momentos de preocupación por el destino de la emblemática iglesia de Yaguarón, compartimos este texto de referencia, escrito por el arquitecto Ramón Gutiérrez y difundido inicialmente en círculos académicos. El mismo recuerda pormenores de la fundación del pueblo y ofrece testimonios sobre los primeros momentos de construcción del templo.
© Amigos del Patrimonio Cultural de Yaguarón
Sin duda que el pueblo de Yaguarón tiene una evolución histórica muy similar a la de Itá desde sus orígenes. Aunque como en el resto de los poblados de indios, carecemos de certeza en cuanto a la fecha de su establecimiento, podemos hacer fe a las opiniones de Francisco de Aguirre, a nuestro juicio el cronista más veraz y profundo sobre la historia colonial paraguaya. Aguirre señala que Yaguarón fue fundado hacia 1596 y que estaba ubicado más cerca de la ciudad, trasladándose el siglo siguiente. Para su conformación se habrían reunido indios del Mbuyapey, Ybicuí, Ybitirizu y Tebicuaríminí (1). Raúl Molina estima su fundación por el Padre Fray Luis de Bolaños hacia 1587-89 con indios (y) que por falta de religiosos franciscanos fue entregado en 1596 al clero secular. Josefina Pla finalmente da como fecha fundacional el año 1539, lo que nos parece improbable.
Conocemos por Félix de Azara que el libro parroquial más antiguo que existía en el pueblo databa del 15 de julio de 1600 y que estaba confeccionado por el párroco Fernando de Cueva (2). En el año 1616 Hernandarias escribe al Rey informando que en Yaguarón “se está haciendo una gran iglesia por mi orden”, templo que duraría hasta mediados del siglo XVIII.
La población de este pueblo fue muy importante en comparación con los de la Cordillera y el Guarnipitán, y (este) estuvo sujeto a las mismas contingencias de aprovechamiento de su mano de obra por Asunción. A principios del siglo XVII el pueblo tenía alrededor de 500 indios que crecieron a 1.210 en 1688. La casi totalidad de sus indígenas estaba afectada a encomiendas de españoles residentes en Asunción. En 1674 tenían encomiendas importantes Hernando de Abalos y Mendoza (42 indios) y Gabriel de Vera y Aragón (113 indios) (3), mientras que en 1754 Cristóbal Domínguez de Obelar tenía 102 indios población de 1.174 almas (4).
Ya desde comienzos del XVIII se había realizado el deslinde de las tierras entre Itá y Yaguarón a partir el rollo colocado en el centro de la plaza (5). El rollo, antigua entidad jurídica de los pueblos españoles, señalaba simbólicamente la presencia de la justicia y aunque era obligatoria su instalación de acuerdo con las Leyes de Indias, son limitadísimos los pueblos del Paraguay de los cuales tenemos certeza de su existencia.
Para el caso de Yaguarón, el mismo Aguirre nos confirma que en 1743 Gerónimo Moreno hizo las Casas Capitulares del pueblo y “mudó el rollo”. Algunas medidas tomadas por el Protector Fernández de la Mora, quien prohibió que se contratasen a los mismos (indios) sin licencia del Gobernador so pena de 12 azotes en “el rollo de la plaza”, demuestran que la función del mismo estaba vigente (6). Como sucediera con otros de los pueblos de indios, el Gobernador Rafael de la Moneda lo puso “en Administración secular, atento a que el Obispo echó mano del cura para su Procurador y Vicario General”.
Una mejor administración y el mayor control de la utilización de la mano de obra indígena fuera del pueblo fueron medidas eficaces, pero no de forma inmediata. El Gobernador Yegros encontraba en 1766 a Yaguarón con “mucha gente pero algo atrasado de medios” (7). Aquí, sin embargo, puede detectarse la raíz de la situación en una distorsión en las inversiones verificada en el proceso de construcción de la Iglesia.
La antigua Iglesia realizada por Hernandarias en 1616 había sufrido refacciones importantes en las primeras décadas del XVIII, así como la construcción de nueva torre y “púlpito con chapitel”. También hacia 1729 se habían juntado “porción de maderas y horcones y bigas labradas para reedificar la Capilla del Señor San Roque” (8). Estas capillas de San Roque estaban ubicadas seguramente en el cementerio y explica la mención de Du Graty en 1860, que dice haber visto dos iglesias en Yaguarón (9). Sin embargo, a mediados de siglo la iglesia estaba en muy mal estado (quizás por un incendio ocurrido en 1732) y se decide construir una nueva (10).
Josefina Pla, quien ha reunido datos sobre el templo de Yaguarón, fecha su comienzo en 1752 y sugiere que el diseño de la iglesia “pudo haber sido enviado desde el exterior”, lo que nos parece totalmente improbable. El artífice real de la obra fue el cura Carlos Penayo, que ya en 1755 estaba en Yaguarón, sin embargo la idea de la nueva iglesia fue del Administrador (11).
Un detallado informe del Obispo de la Torre en 1761 nos dice que el Administrador Secular “ideó hacer una magnífica iglesia de piedra por sus intereses particulares y después de haber comenzado unos costosos cimientos y levantado la obra poco más de una vara de tierra, se frustró esta idea y se perdió tan costoso trabajo, determinando después hacerla de postería, la que años ha está principiada y meses ha suspensa por dedicarse el Administrador a particulares faenas (su casa palaciega). Siendo cosa ridícula haber gastado no poco en la construcción del retablo mayor, de presente, estando tan de futuro el templo” (12). Otra relación de la misma época nos informa que la iglesia había sido comenzada en piedra y se hallaba “desvanecida su traza” (13).
La versión de Aguirre señala que la iglesia “quisieron hacerla de bóveda y ya estaban sacados los cimientos y altas las paredes más de una vara cuando puso contradicción el cura al administrador, pidiendo que se hiciese el estilo general de la Provincia y el Gobernador lo resolvió por ser obra inacabable y superior a las fuerzas del pueblo” (14).
Podemos así suponer que la idea fue de los administradores Juan de la Cruz Rivarola o García Rodríguez de Francia, quienes entraron en conflicto con el Padre Penayo pues este entendía que la obra estaba vinculada con los propios intereses del Administrador y además su costo superaba las posibilidades económicas de la población.
Las obras de los retablos fueron hechas por “un tallista portugués que hizo contrata del altar de San Roque de los Terceros de San Francisco de Buenos Aires” y que “vino al Paraguay con el fin de sus obras”, según señala Aguirre. El mismo, como bien se ha documentado, fue Souza Cavadas y la alteración de fechas (dado que al finalizarse la iglesia de Yaguarón Souza Cavadas estaba en Argentina) se explica por la mención que hace el Obispo de la Torre de que estaban terminados los retablos aún antes que la iglesia.
Sin duda que la presencia de Souza Cavadas reactivó el ejercicio de las artesanías, ya que Azara señala la calidad de los “carpinteros y tallistas que benefician las maderas” y los oficiales de Yaguarón contrataron trabajos en diversas zonas del área guaranítica. Al efecto puede recordarse al indio Gaspar Bogarín, autor a fines del siglo XVIII de los retablos y púlpito de la Iglesia del pueblo de Santa Lucía en la Provincia de Corrientes. (15). Otras obras en diversos pueblos del Paraguay señalan la influencia estilística lusitana de Souza Cavadas, lo que pone de relieve la capacidad de absorción expresiva que caracteriza a los guaraníes.
La iglesia de Yaguarón fue concluida en 1772, pues sabemos que fue bendecida por el Padre Penayo poco antes de morir en abril de ese año. Francisco de Aguirre, uno de los más honestos cronistas del Paraguay, incurre al juzgar esta obra de una visión deformada por su especialización académica.
En efecto, afirma que “si viera el viajero de España la iglesia, la trataría como de hojarasca y toda de fábrica humilde, pero acá se piensa que no pudiendo haber buena arquitectura no se puede dispensar”. Expresa así la visión propia del neoclasicismo acerca de la “buena arquitectura” que desprecia los desarrollos espaciales, tecnológicos y expresivos propios de las tipologías reelaboradas en América. Esta misma mentalidad llevó a soslayar hasta hace cuatro décadas todo conocimiento o análisis sobre la arquitectura americana, criterio que hoy tiende a superarse (16). También es importante acotar que la Iglesia de Yaguarón fue valorada en el momento de su realización, pues el mismo Azara señala que “pasa por la mejor de los pueblos paraguayos”.
Josefina Pla, que ha analizado la evolución de esta obra, señala sus transformaciones en el siglo XIX. Con anterioridad es preciso acotar que el pueblo de Yaguarón entró en un proceso recesivo por continuos conflictos entre sus habitantes y el administrador del pueblo, García Rodríguez de Francia (17). Durante el gobierno de Carlos Antonio López, en 1857, se efectuó un inventario en el que se acotaba que “los horcones que sirven a los corredores de afuera están la mayor parte percudidos en los cimientos”, siendo reemplazados por columnas de mampostería posteriormente.
Con anterioridad, en 1844, Carlos Antonio López había dispuesto la construcción de un cementerio 41 x 44 varas “al costado de la Iglesia de San Roque”, de donde se deduce la antigüedad de esta capilla anterior al mismo camposanto (18). Ya en 1879 el templo estaba muy deteriorado y los trabajos comenzados en julio de 1881 se concluyeron en diciembre de 1882, según consta en una leyenda sobre la ventana del coro.
A principios del siglo XX se hicieron nuevas reparaciones, tanto en las obras de cubierta, dirigidas por el arquitecto Jorge Lavand, como en las pinturas generales. El campanario debió reconstruirse posteriormente, pero ya en 1870 estaba caído “y sus campanas están aseguradas a una viga del frente”. Como recordaba Masterman, la actitud de las autoridades era similar a la que vemos en muchos de nuestros países frente a las obras de arquitectura: “El jefe estaba muy orgulloso de su antigua iglesia, entretanto no la cuidaba nada y estaba medio arruinada” (19) […]
* Ramón Gutiérrez es arquitecto, fundador del Centro de Documentación de Arquitectura Latinoamericana (CEDODAL), con sede en Buenos Aires. El presente texto ha sido extraído de Evolución urbanística y arquitectónica del Paraguay 1537-1911, libro coordinado y redactado por él, edición original publicada por el Departamento de Historia de la Arquitectura de la Universidad Nacional del Nordeste, Resistencia, ca. 1974, pp. 286-288. El volumen fue resultado de tres años de investigación sobre la arquitectura y el urbanismo de Paraguay. El texto corresponde al apartado 3.3.2., cuyo título original es “San Buenaventura de Yaguarón”. El que aquí aparece fue escogido a los efectos de esta edición.
Notas
(1) Nota de edición: Se ha respetado la grafía utilizada por el autor.
(2) Real Academia de la Historia. Madrid. Colección Mata Linares.
(3) AGI. Sección V. Audiencia de Charcas. Legajo 30. Informe de encomenderos, 1674.
(4) AGI. Sección V. Audiencia de Charcas. Relación de encomiendas, 1754.
(5) Museo Mitre. Buenos Aires. Armario B, Caja 17, P. 1, Nº 51.
(6) Aguirre, Francisco. Diario del Capitán de Fragata Juan Francisco de Aguirre. Revista de la Biblioteca Nacional, Buenos Aires. 1949-1952.
(7) AGI. Sección V. Audiencia de Buenos Aires. Legajo 179. Carta del Gobernador Yegros. 31 de julio de 1766.
(8) ANA. Serie Histórica. Volumen 89. Inventario de Yaguarón. Octubre de 1729. También ANA. Serie Histórica. Volumen 85. Otro inventario indica una “torre nueva con un paño de lienzo que tiene 15 pinturas para adorno de la dicha torre”.
(9) Du Graty, Alfred. Le Paraguay. Londres. 1862.
(10) ANA. Nueva Encuadernación. Volumen 48. El Obispo Palavecino en su visita de 1743 menciona solo la iglesia con 3 altares, sin describir su estado.
(11) AGI. Sección V. Audiencia de Lima. Legajo 1565. Informe del Gobernador Sant Just. 3 de diciembre de 1755.
(12) Biblioteca del Palacio. Madrid. Manuscrito Nº 2872.
(13) AGI. Sección V. Audiencia de Charcas. Legajo 574. Carta del 9 de octubre de 1761.
(14) Aguirre, Juan Francisco. Diario… Op. cit.
(15) Gutiérrez, Ramón. El pueblo de los Astos, advocación de Santa Lucía. Revista de Historia de Corrientes, Nº 5-6. Corrientes. 1971.
(16) Nota de edición: Nótese que este texto fue escrito por Gutiérrez a mediados de los 70.
(17) AGN. Sala IX 22-6-4. “Estado de los bienes comunes del Pueblo de San Buenaventura de Yaguarón”, 1784.
(18) ANA. Nueva Encuadernación. Volumen 1128. Nota del 25 de febrero de 1844.
(19) Masterman, George. Siete años de aventuras en el Paraguay. Imprenta Americana. Buenos Aires, 1870.
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25 de octubre de 2020 at 14:44
Gostei muito do texto. Em 2016 tive a oportunidade de visitar o templo e fiquei impressionado com as pinturas no interior do edifício. Parabéns pela iniciativa!