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Agenda Cultural

San Bernardino: Paseo sonoro en homenaje a “Recuerdo de Ypacaraí”

Fernando Feliciángeli, "Recuerdo de Ypacaraí" © Luis Vera

Fernando Feliciángeli, "Recuerdo de Ypacaraí" © Luis Vera

El Circuito Recuerdo de Ypacaraí, en la ciudad de San Bernardino, tiene desde el mes de enero tres estaciones, en un recorrido que incluye la Fuente de la inspiración, el Paseo del Recuerdo y La Morena, a orillas del mágico lago. Se trata de un conjunto escultórico creado por Fernando Amberé Feliciángeli en homenaje a la guarania más conocida mundialmente, “Recuerdo de Ypacaraí”, compuesta en 1948 por Demetrio Ortiz, con letra de Zulema de Mirkin. Este paseo es una iniciativa de Fundación Itaú.

Feliciángeli, que es músico, arquitecto y artesano, comenta sobre su obra: “Me gusta mezclar, me gusta esto de construir cosas con música. A los 15 años armé una batería con la que empezó mi grupo de música, Deliverans. Además de estar formado en arquitectura, me gusta mucho todo lo que sea mecánica; siempre armé cosas, pero en este conjunto, además, hay mucha tecnología que, de hecho, desarrollé con un equipo. Soy autodidacta en lo referente a música, y para fabricar un instrumento hay investigar mucho. Me conecté con la música a través de mi mamá, que toca el piano”. 

Fernando Feliciángeli © Luis Vera

Fernando Feliciángeli © Luis Vera

Paseo del recuerdo

Esta instalación, a orillas del lago Ypacaraí, permite tocar las teclas del enorme instrumento para escuchar la melodía de la guarania. La obra recuerda el relato del compositor, Demetrio Ortiz, cuando se encuentra con la misteriosa kuñataî y al embrujo de sus canciones siente nacer su amor por ella.

“La idea es que cualquiera pueda reproducir la melodía en un pequeño recorrido, atendiendo  a que la música no existe si no es evocada. Si no pensás, tocás o cantás, la música no existe. Esto es encerrar la música en un objeto y dejar la llave a la vista para que quien llega pueda liberarla”, dice Feliciángeli, describiendo la obra.

Sobre la idea y construcción refirió que empezó probando con botellas de agua, para después pasar a los caños. “Todo es matemáticas para hacer este trabajo. Ya Pitágoras trabajaba en esto, no es nada nuevo. Es la escala temperada que Bach utilizó para sus fugas”.

Fernando Feliciángeli, “Recuerdo de Ypacaraí” © Luis Vera

Fernando Feliciángeli, Paseo del recuerdo © Luis Vera

Fuente de la inspiración

El conjunto Fuente de la inspiración está emplazado al costado del Hotel del Lago. Demetrio Ortiz solía hospedarse allí y comentaba que desde el balcón, una noche tibia de verano, vio por primera vez a la kuñataî, la joven y misteriosa mujer que le devolvió una sonrisa al cruzar miradas, convirtiéndose en su musa. 

“Todas las instalaciones son experimentales; esta fue probada recién aquí. Fuimos temerarios, pero por suerte funcionó bien todo”, cuenta. La instalación cinética evoca ese cruce de miradas a través de dos enormes ojos de metal que tienen un eje centrado en el balcón, donde una sombra recuerda al autor de la música.

Fernando Feliciángeli, “Fuente de la inspiración” © Luis Vera

Fernando Feliciángeli, Fuente de la inspiración © Luis Vera

La Morena

Esta instalación recrea la guitarra de Demetrio Ortiz y permite tocar todos los acordes de la canción, e incluso cantarla, a través de letras dispuestas en un rodillo giratorio que con colores va conduciendo el ritmo, como en un karaoke. Está ubicada al costado de lo que se conoce como playa municipal, en la parte más céntrica de la ciudad.

La obra fue realizada primero en una maqueta 3D, para comprobar que funcionaran los conceptos. Luego se construyó “la guitarra” de 3 metros, pensada para la intemperie, con cuerdas metálicas, de las que se utilizan para pescar. “Tienen que ser cuerdas de acero, porque es una guitarra eléctrica que tiene unos captadores que no son como los micrófonos de voz, sino que más bien miden la vibración de las cuerdas”, explica. El instrumento tiene incluso pedales de overdrive (dispositivo de distorsión controlada del sonido con el fin de dotarlo de cierta riqueza). 

“La idea inicial era que fuera totalmente acústica, y de hecho es acústica, pero su sonido era muy bajo para un espacio abierto, por lo que optamos por amplificarlo. En la maqueta ya sonaba bajo; pensé que al llevar la obra a una escala mayor, como la de ahora, iba ser más audible, pero no. Y como todo el conjunto ya funciona con elementos eléctricos, no se sale del esquema”, comenta con entusiasmo.

Fernando Feliciángeli, “La Morena” © Luis Vera

Fernando Feliciángeli, La Morena © Luis Vera

Para todo público

Feliciángeli fue claro al señalar que una de sus mayores motivaciones fue que las obras estuvieran al alcance de todos, por eso pensó en un espacio público y de acceso gratuito. “La gente necesita una excusa para ir a un lugar determinado, y esta es una muy válida. Este circuito forma parte de un recorrido. Por la peatonal, desde la plaza hasta el otro sitio, hay unos mil metros de trayecto. No solo es ver y tocar un objeto, sino realizar un placentero recorrido artístico. Sería bueno completar ese sitio con otros instrumentos. Una batería, un teclado, para que cualquiera venga a tocar”, cuenta, ampliando las posibilidades de la obra.

Fernando Feliciángeli, “El paseo del recuerdo” © Luis Vera

Fernando Feliciángeli, La Morena © Luis Vera

Tubotecla, un nuevo proyecto

“Hice un proyecto, Tubotecla se llama. Es un piano de tubos, con cuatro octavas, 48 teclas, y ya está hecho el prototipo. Sería bueno que podamos ponerlo en cada escuela, bajo el mango, para que los estudiantes se puedan conectar con la música. Viendo otros hermosos proyectos como el de la Orquesta de Cateura, o Sonidos de la tierra de Luis Szarán, nos damos cuenta de ese alcance posible”, señala, para finalizar diciendo que “quien sabe de música, de hambre no se va a morir. La música abre puertas”.

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