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Agenda Cultural

Cuatro divagaciones breves sobre la obra de Alejandra Mastro expuesta en K/Arte y Naturaleza

Obra de Alejandra Mastro. Cortesía

Obra de Alejandra Mastro. Cortesía

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Según Fredric Jameson, el régimen del puro mercado ha alcanzado en su fase globalizadora dos sitios hasta entonces resguardados: el inconsciente y la naturaleza. Por eso, cualquier reflexión crítica sobre cada uno de estos reductos profanados remite ahora a la del otro, considerándolo un aliado, quizá ante la intemperie que afecta a ambos.

Obra de Alejandra Mastro. Cortesía

Obra de Alejandra Mastro. Cortesía

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El término “antropoceno”, referido a la fase marcada por los violentos trastornos que la hegemonía humana ha producido en su entorno, denuncia el uso de la naturaleza como escenografía, más o menos idílica, como paisaje sometido al señorío humano. Por su parte, el término “distopía” resulta la contracara de aquel término. Juntas, ambas figuras trastornan muchos conceptos establecidos. El yo, signifique lo que fuera hoy esa palabra, vacila: por un lado, se repliega ante la posibilidad de disolverse en un medio del que forma parte; por otro, se siente cobijado por la envoltura de un medioambiente con el que se encuentra conectado más allá de lo que hasta ahora se admitiera. Naturaleza y sujeto se cruzan en varios momentos de un proceso que parece no llevar a meta alguna; meta previsible, al menos.

3

Quizá la muestra de Alejandra Mastro, El paisaje es el del yo, registre uno de esos cruces entre un yo –devenido a ficción, desprovisto de atributos y contornos– y un paisaje renuente a ser concebido como pura exterioridad colonizada por el ser humano. Este se sustrae en la muestra; aparece solo mediante indicios borroneados o superpuestos por las señas del medioambiente: es el parámetro de su propia ausencia, el lugar oculto desde donde se lanza una mirada vertical o sesgada; una mirada tragada por un horizonte que no existe. Por eso, la obra de Mastro no puede ser comprendida solo en clave fotográfica ni, mucho menos, abordada en su pura dimensión estética, aunque active, sin duda, una operación fotográfica provista de consistente nivel estético.

Obra de la serie "Memoria de una bulla loca", de Alejandra Mastro. Cortesía

Obra de la serie Memoria de una bulla loca, de Alejandra Mastro. Cortesía

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El paisaje del yo (o el yo vuelto parte del paisaje) levanta las muescas indescifrables que la subjetividad deja sobre la superficie de inscripción del suelo, de la vegetación, de la nieve o el río. Son señales que traducen los signos trazados por el entorno en la percepción, la sensibilidad y el ánimo, rodeados de sombras internas y ajenas. Son cicatrices o marcas rápidas detectadas desde distancias aéreas o microscópicas; macro o micropolíticas. Esas traducciones nunca son literales; obviamente, por la diferencia que abre la infidelidad de la mirada propia, se cuelan las miradas amenazantes o promisorias del paisaje en retirada.

 

Nota de edición: La exposición de Alejandra Mastro titulada El paisaje es el del yo, con curaduría de Fernando Moure, estará habilitada hasta el 15 de noviembre en Espacio K (Santa Rosa 586 c/ España).

 

* Ticio Escobar es crítico de arte, curador, docente y gestor cultural. Fue presidente de la sección paraguaya de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA Paraguay), director de Cultura de la Municipalidad de Asunción y ministro de la Secretaría Nacional de Cultura. Es director del Centro de Artes Visuales/Museo del Barro.

1 Comment

1 Comentario

  1. Alejandra Mastro

    12 de noviembre de 2024 at 13:12

    Gracias Ticio por un tan puntual, como advertido comentario sobre mi muestra. Me honra tu mirada!

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