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Agenda Cultural

“Interminable sed” de Víctor Casartelli

Víctor Casartelli. Cortesía.

Víctor Casartelli. Cortesía.

La poesía de Víctor Casartelli tiene el rostro del dolor, de la miseria, del miedo, de la solidaridad del hombre y la mujer de su tiempo. No es una poesía cantarina ni risueña, con los colores de la alegría. Su poesía es solidaria con el sufrimiento, percibe con honda sensibilidad lo que guarda el ser humano entre los pliegues de su corazón atormentado, para descubrir la bondad que resiste el acoso del mal.

En la poesía de Víctor Casartelli, desde el punto de vista de la subjetividad del poeta, se podrían establecer dos categorías: experiencias del mundo y experiencias del ego, lo que podría entenderse como las categorías de Jung; extroversión, en Víctor Casartelli se podría tender a equiparar la experiencia del mundo con cierto sentido del espacio, Asunción, su barrio, y el pueblo donde nació, Puerto Pinasco; la introspección y la expresión del yo con cierto sentido del tiempo, oponen así a un desplazamiento por el entorno, una pasión del ser, su ego, la época en que habitó esa geografía que le agregó otra experiencia, la del tiempo, ese tiempo vivido, ese tiempo soñado, evocado y hasta parece olvidado por desaparecer detrás de la evocación, ya que el poeta tiene el poder de crear el universo con el milagro y la magia de su palabra.

Desde niño le tocó vivir una etapa sangrienta y cruel; observa y sufre como niño ese caos:

estalla como un trueno
encima de mi gente
y sus ecos espantan a los puros, a los niños.
O a hombres y mujeres del mañana.

El poeta recurre a Dios:

Mas nunca me abandones, oh Dios,
en este caos sin límites que brilla en la TV
y mancha las hojas de los diarios.

 El infortunio de la patria lo golpea:

y me ovillo como un escarabajo que se muere
en el hueco del tronco del árbol que se pudre
de este árbol que es mi patria.

El dolor de la patria estalla en otros poemas; sangre y dolor al invocar a los niños de Acosta Ñu:

Recuerda que esa sangre es la rosa
que finalmente brotó de los dolores de tu madre,
de nuestra Madre, que es decir la raza.

Esa evocación del dolor del pasado el poeta enlaza con un presente, que florecerá en el futuro en un canto de dolor y esperanza:

que nuestros padres tallaron con sus cinceles
en los árboles de la patria.
Orgullosos sembrados de hoy
no dejéis que otros recojan con sus guadañas
el trigo que madura en la tierra roja que labráis.

La casa de la niñez se anida en la memoria; en ella permanece y regresa desde las sombras del olvido:

La casa donde crecí
es un latido interminable
en un lugar de la memoria
mi casa está perdida en esa misma casa,
es una pérdida constante que no retorna
que se extravía en las historias que inventa.

El río, siempre el río, asociado a alguien ausente como en Vana añoranza; en estos versos que recuerdan la presencia del río en la vida del poeta, versos llenos de melancolía:

una angustia indeleble en el fondo del alma,
mientras los camalotes bogan sobre el río.

La visión del río, esas imágenes que el poeta guarda en su memoria y palpitan en su corazón, como las del poema Varadero:

La memoria del río,
el blanco esqueleto del pez
junto a la barca abandonada.

La poesía puede producir en el lector opiniones reversibles, un ir y venir de sensaciones a veces contrarias, a veces ambiguas, sumamente estimulante; promueve asombro, perplejidad, distanciamiento y admiración; una poderosa decisión de caminar con el afán de encontrar la poesía.

La naturaleza, el amor y la vibración de la energía poética aúnan los hilos del pensamiento para hacerlos converger en las formas sensibles de su poesía en el exterior de la conciencia, un exterior material que maravilla con su presencia, con su ardor y la fuerza de una luz interna, como en La luz que sigue:

Tráeme la diminuta flor
que se extiende al borde de las carreteras
con el dulce amarillo de los pétalos
haré una corona de luz intensa
para alumbrar la sombra de tu rostro
que yace en mi corazón
como un relámpago dormido.

La luz que es temblor y como sueños encendidos es amor de la naturaleza; así en Cuando se asoma el alba:

Con el primer temblor de luz hacia el Este
alumbra desde esta roca
y mi corazón se agita de alegría,
crece la algarabía de los pájaros
entre la arboleda susurrante espasmo forestal.

Pero la luz también es poesía, no solo movimientos, erosión de luz, de vientos y de lluvias hasta liberarse y ser iridiscente al convertirse en poesía, en hacerse parte de las cosas, desde la construcción musical hasta la alfarería de la palabra sencilla. Su lenguaje no se destaca por la suntuosidad, sino que Víctor es un virtuoso que pule las estrofas hasta convertirlas en superficie lustrosa, en la que puede reflejarse el rostro del lector, que reconoce el alma del autor como en la ventana de su corazón y no una imagen reflejada en el vacío; es lo que dice en Todo es oscuridad:

Cuando buscamos afanosamente la luz:
caminan junto a los niños ciegos
viejos decrépitos con rostros sombríos,
doncellas sin brillo en sus jóvenes rostros,
mujeres que portan cirios apagados.
Pero de pronto, al final del túnel de la noche
vemos titilar una llama diminuta
hacia donde corremos presurosos y a tientas.
Toda la luz del mundo nos alumbra
y enciende en nuestros corazones
la inmensa claridad de la Poesía
Y lloramos en silencio nuestro asombro
y nuestra indecible alegría.

Es poesía para los sentidos, pero también para el intelecto: la mente capta ideas completas mediante los verbos de movimiento empleados, de modo que el mensaje queda claro: la poesía derrama su luz sobre los seres que sufren y emplea la imagen de un niño ciego que nunca ve la luz, pero la poesía lo acompaña y da alegría a sus días; termina consubstanciándose con el dolor de los que sufren. Se puede considerar su poesía como la esfera de excelencia de la experiencia humana.

En ciertos poemas, muestra la fuerza de la construcción notablemente eficaz a la hora de conmover, persuadir, interpelar al lector porque en el acto de la enunciación verbal que emplaza cada poema insiste en el valor de la muerte, la trágica vinculación con la pobreza y la miseria, como en El rostro del suicidio:

Hace tres noches
Venancio Paredes caminó
hasta el centro del puente Remanso
y se arrojó a las aguas del río,
rápido la corriente lo arrastró
de tumbo en tumbo entre los remolinos,
llevándose con él la lista de útiles
de sus cuatro hijos,
el último crujido del carrito en ruinas
y en sus retinas la mula muerta de cansancio.
Su cuerpo enmarañado por redes devastadas
fue izado ayer por unos pescadores
habituados al infortunio,
nunca vieron el rostro de un ahogado
con tan apacible semblante,
con tan descansada paz en el mohín
de su sonrisa.

Con este poema narrativo sobre un ahogado, que no es macabro, sino la imagen del infeliz que encontró la paz, el poeta nos quiere convencer de que tuvo una muerte feliz el suicida; así de imprevisible es Casartelli. Su poesía trata de numerosos problemas que le preocupan, como la pobreza de muchos compatriotas. Indagó sobre los males de su patria y puso al descubierto la vergüenza de la miseria en que viven los pobres como Venancio Paredes. Tampoco olvidó sus raíces, a las que recuerda con armonía expresiva.

En pocos textos se refiere a la esperanza y se muestra ardiente cuando habla del dolor, de las heridas de la sociedad. Trata la muerte sin elementos lúgubres, muestra el amor con sensualidad, pero sin procacidad. Configura amor en llamas como fuego que quema cuanto toca en Señales de deflagración o amor ilusorio en Quimera, melancolía, nostalgia y olvido en Evocación, deseo inmenso y placeres de los amantes en Huellas del deseo, distancia del amor perdido en Ausencia irremediable.

Protesta contra la injusticia sin maldecir como en Matadero de Tablada, su poesía se abre con un espíritu de fraternidad ante la visión de los muertos en la Revolución del 47 cuando los hombres se volvieron lobos y los lobos cedían sus colmillos, o como atestigua A las víctimas de la tiranía en que recuerda al compañero que huye de la injusticia del déspota.

El dominio de la lengua y de la forma da originalidad a sus versos, que denotan mesura en la emoción y desahogo para sí mismo.

Víctor Casartelli, en versos íntimos, evoca la presencia de familiares, del mundo de la infancia, con una capacidad notable para captar las cosas mínimas. Su acento se apoya en la simplicidad, en el tono menor, a veces con un tinte mordaz, recurriendo insistentemente a la metáfora para expresar el dinamismo y el apasionamiento acentuado.

Se cierra el libro con el breve poema Pregonero, que anuncia la voz silenciada del que tiene las alas rotas, porque un trueno le anuda la garganta. Pero a pesar del silencio los clarines anunciarán la aurora. La aurora, el porvenir que anuncia el nuevo tiempo del canto y la palabra trayendo el sueño, la ilusión de la esperanza.

Nota

Víctor Casartelli (Puerto Pinasco, 1943) es socio fundador de la Sociedad de Escritores del Paraguay, entidad que presidió por dos períodos consecutivos (1993-1995 y 1995-1997). Es académico de número de la Academia Paraguaya de la Lengua Española y correspondiente de la Real Academia de la Lengua de España. Ha publicado los poemarios Todos los cielos (1987), La transparencia de los días (1990), La vida que vivimos (1992), La emoción que no cesa (2001), Ojos del corazón (2006), Memoria en desbandada y Transcripción de los sueños (2011). Asimismo, publicó un libro testimonial titulado Del tiempo que he vivido, en  2015. Sus textos figuran en diversas antologías publicadas en el Paraguay y en otros países. Recibió distinciones como el Premio El Lector al mejor libro del año en 1991 por La transparencia de los días, y la condecoración Orden Nacional del Mérito en el grado de Comendador, en 1997.

 

Nota de edición: El presente texto está incluido en Maribel Barreto. Visión de dos décadas de literatura paraguaya en el siglo XXI, volumen recientemente publicado por Academia Paraguaya de la Lengua Española y la Secretaría Nacional de Cultura.

 

Maribel Barreto es docente, escritora y actual vicepresidenta y miembro de número de la Academia Paraguaya de la Lengua Española. Su producción intelectual transita los géneros cuento, novela, poesía y ensayo. Recibió el Premio Nacional de Literatura en 2015.

 

 

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