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Agenda Cultural

Drácena, una huella cultural en la casa de Josefina Plá

La pandemia del Covid-19 transformó la experiencia de la interacción social y cultural y demostró que el arte y la cultura también forman parte de la salud pública. Drácena, esa ventana sobre la calle México y Herrera, logró reinventarse y hoy es una huella cultural que resiste desde la casa de Josefina Plá.

Casa de Josefina Plá, hoy Drácena (detalle) © Gabriela Gómez Crosa

Casa de Josefina Plá, hoy Drácena (detalle) © Gabriela Gómez Crosa

Los centros culturales construyen narrativas, símbolos, gramáticas y experiencias desde la libertad de creación y expresión. Drácena estuvo entre las casas de cultura que, golpeadas por la crisis económica provocada por la pandemia del Covid-19, fueron obligadas a migrar y transformarse. En enero de este año dejó el rincón dorado de la calle México y se mudó a Estados Unidos casi República de Colombia. Pero le tocó nada menos que la casa de la prolífica Josefina Plá.

“Cuando tuve que dejar la casa de México y surgió la posibilidad de alquilar la casa de Josefina pensé: ‘Este es el lugar’. Y lo primero que encontré cuando me mudé fue un gatito. Para mí ese ya fue un símbolo de que Josefina estaba ahí”, cuenta Sebastián Ramírez, músico y director del centro cultural Drácena. “Fue un proceso acostumbrarme al nuevo espacio. Ir conociendo algo de su historia fue una experiencia que no iba a darse si yo no vivía en esta casa. Aunque Josefina es demasiado grande para conocerla del todo”.

Casa de Josefina Plá, hoy Drácena (detalle) © Gabriela Gómez Crosa

Casa de Josefina Plá, hoy Drácena © Gabriela Gómez Crosa

Josefina Plá en su casa, junto a sus gatos. Cortesía CCEJS

Josefina Plá en su casa, junto a sus gatos. Cortesía CCEJS

El espacio que habitaba Seba y que coordina junto con Gabriela Gómez Crosa, gestora cultural, chef y fotógrafa, supo ser bar, escuela, teatro, cine, galería. Supo salir a la calle y llenar la cuadra de deliciosos olores. Organizaron ferias, festivales y exposiciones, invitaron a artistas internacionales y formaron parte de un entramado de redes culturales que construyen memoria colectivamente. Pero Drácena no es solo una infraestructura dedicada al arte y la cultura, es un lugar donde podemos confrontarnos con nuestra subjetividad y la de las comunidades con las que interactuamos.

“Para mí, hay una pausa entre lo que es la anterior Drácena y la actual porque todavía no sabemos si va a continuar. A la nueva casa no se llega con la misma energía, se arrastra un poco de dolor todavía y somos conscientes de que el espacio mismo como tal no es lo que era Drácena. Pero están ahí la esencia y las ganas. De hecho, se está trabajando en conciertos grabados o de manera virtual y los conciertos se están trasladando a otras casas”, explica Gabi Gómez Crosa.

Casa de Josefina Plá, hoy Drácena © Gabriela Gómez Crosa

La pandemia puso en tensión la noción y el uso del espacio público como lugar de encuentro. El derecho al uso de la ciudad, las plazas, las calles, donde se tejen la vida cultural y el sentido de pertenencia, entró en crisis. Cuando a Drácena se le termina el tiempo de vivir en la casa de México, tanto Gabi como Seba entendieron que era un proyecto más grande que ellos y que no podía morir.

Surgieron iniciativas virtuales como “Ventana Drácena”, que se proponía presentar una plataforma para mostrar el arte paraguayo a través de un sitio web. También surgió la membresía Drácena que consistía en suscribirse a 8 conciertos inéditos al mes, entre otros beneficios para los públicos.

De a poco, y casi imperceptiblemente, Drácena cerraba una ventana pero abría otra.

Josefina Plá y su secretario. Cortesía CCEJS

Josefina Plá y su secretario. Cortesía CCEJS

Josefina, desde su propia orilla

Aunque la nostalgia recubre cada una de las palabras de Seba y Gabi, sin darse cuenta revelan el secreto de Drácena: “Drácena ofrece algo genuino. El que lo siente va a llegar una vez y se va a quedar. Nosotros cuando hablamos de un espacio para seguir haciendo lo que estábamos haciendo es porque realmente nos nace y es realmente lo que queremos”, expresa Gabi.

En julio, Drácena fue seleccionado como Punto de Cultura por la Secretaría Nacional de Cultura por el proyecto Josefina, desde su propia orilla. La actividad se propone llevar adelante una serie de charlas con referentes de diferentes disciplinas que abordan distintas aristas de la vida y obra de la poeta, dramaturga, narradora, ensayista, ceramista, crítica de arte y periodista hispanoparaguaya Josefina Plá.

“Esto nos mantiene vivos. El hecho de vivir en esta casa y que salga este proyecto fue genial.  Esta iniciativa es una forma de seguir haciendo cosas y lo que me gusta es que rompe con el esquema de antes. La literatura en Paraguay es súper importante y casi no tenemos espacios que la promuevan. La música instrumental, experimental y no tan comercial también es muy difícil de hacer pero, dentro de todo, hay algunos lugares. La literatura y la revisión de obras de artistas renombrados no es tan fácil de encontrar”, refiere Seba.

Casa de Josefina Plá, hoy Drácena © Gabriela Gómez Crosa

Casa de Josefina Plá, hoy Drácena © Gabriela Gómez Crosa

Con el apoyo de la Secretaría Nacional de Cultura y el Centro Cultural de España Juan de Salazar presentan este ciclo de charlas, que inició en agosto y continúa hasta diciembre. Es la primera vez que se organiza un homenaje a Josefina desde su casa. A través de una modalidad semi-presencial, los y las disertantes recorren los pasillos de la casa de Josefina, que hoy es también Drácena, y comparten sus trabajos, investigaciones y conocimientos de la autora que son transmitidos en vivo a través de plataformas digitales.

“Nosotros, como Drácena, siempre fuimos medios. El músico llegaba, tocaba lo que le gustaba y el público recibía. Drácena nunca fue de decir: ‘hacé esto’ o ‘tocá esto porque esto trae más gente’. Este ciclo de charlas, una vez más, hace de medio”, reflexiona Gabi, “debo decir que cuando hablamos de esto, nos dimos cuenta de que, por primera vez, también nos iba a tocar ser público”.

“Este proyecto es más de lo que yo me imaginaba. Poder escuchar de gente tan entendida y que habla con tanta propiedad y tanta pasión es un aprendizaje increíble. Obviamente, si era en vivo iba a  ser diferente. Pero creo que es importante que hayamos logrado hacerlo en la casa de Josefina. El objetivo es que el ciclo de charlas despierte algo, que no sea un evento que sucedió nomás y que quede el registro”, dice Seba.

Según cuenta, a veces se la imagina a Josefina leyendo en la galería o regando las plantas. Y, aunque todavía ambos sienten mucha nostalgia por esa Drácena que dejaron, de a poco la van resignificando y van encontrando en la casa de Josefina, de Seba, de Drácena, un hogar.

 

* Juliana Quintana Pavlicich es escritora, comunicadora y gestora cultural. [email protected]

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